lunes, 31 de octubre de 2011

De Olokún a Cthulhu y vuelta. Los terrores del nuevo milenio sólo para frikis.

Y, cual de un pensamiento el otro sale,
así nació de aquel otro después,
que mi primer espanto redoblaba.


Si tuvieramos que establecer que hay una contrapartida a las obras fantásticas de inspiración cristiana como las de J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis, sin duda habría que citar a H. P. Lovecraft y sus mitos del Cthulhu. No ya por haber conseguido explicar toda una preternaturalidad terrorífica sin salir del orden material, haciendo una auténtica inversión de lo que hasta entonces era el mal de poderes espirituales en los cuentos de terror, sino porque el terror caótico irracional que se impone y deja en desolación y pérdida de cordura al alma humana, inerme ante los poderes que se suceden, en Lovecraft es la más precisa antítesis de la esperanza que se muestra en las obras de los autores cristianos y que sólo puede recordar a un término bíblico. La abominación de la desolación. El espíritu desaparecido en la irracionalidad de lo material y la esperanza hundida en la destrucción sine fine de lo que de por sí es corrompible como única entidad eterna. No hay Dios ni espíritu ni esperanza, sólo eterno devenir de lo irracional.

Hemos visto la gran impostura del cantor de Olokún en Asís. Es increible como todavía hay gente que dice que "al menos no ha matado un pollo" sin darse cuenta que el acto ha sido similar e idéntico. Un sacrificio pagano a los poderes malignos para restarurar el orden material en favor de los hombres. Lo que viene a ser un "pacto satánico" de toda la vida, sólo que sin esos romanticismos gore de sangre y carne y con todo el poder de lo espiritual y por tanto preternatural al ser humano. Pero lo sorprendente, para aquel que está abierto a comprender la historia más allá de una mera inferencia de causas sin sentido, es la relación que Olokún y la religión de Ifa guarda con los mitos del Cthulhu.

Esta relación en realidad es al contrario. Lovecraft parece haberse basado en mitos de la antiguedad para realizar sus novelas. En este aspecto la referencia a Dagón en su famosa creación del pueblo de Insmouth es paradigmática. Pero las similitudes con el culto de Olokún y le religión de Ifa, comienzan a percibirse cuando aparte de los sacrificios humanos ofrecidos por pescadores en esa secta dagoniana, Lovecraft deja caer la vinculación de su mitología con los cultos vudú de Louisiana, incluyendo referencias a misteriosos cantos Africanos: "Las orgías vudúes se habían multiplicado en Haití, y en África se había hablado de unos cantos misteriosos." Esta cita es del primer capítulo de "La llamada del Cthulhu" donde el autor muestra su apercibimiento de una línea maligna y antiquísima en la historia de los hombres cuyo caos e irracionalidad sólo puede percibirse como terror y falta de cordura cuando se percibe en todo lo que implica. Lovecraft en esto es un auténtico maestro pues no concibe un bien o un mal espirituales, sino que al final se entiende que todo es algo caótico que ni repara en nosotros ni ante lo que nada podemos hacer y que para nada contó con nosotros. En realidad corresponde a los discípulos de Lovecraft el haber introducido conceptos religiosos en los mitos y haberles hecho perder la pureza del terror irracional propio de Lovecraft.

 

Donde quiero llegar es a la inspiración de Lovecraft, que sin duda está en parte en la cultura de Benin y la religión Ifá de los yoruba. La misma descripción de Cthulhu parece tomada de la imagen de Olokún que aparece en esta máscara de marfil del antiguo reino de Benin, vinculado a los Yoruba y a su religión:

  El colgante-máscara dedicado a Olokún pertenece hoy día al Museo Metropolitano de Nueva York y llegó a él en los setenta de una donación de la colección Rockefeller. El origen de la máscara está en el expolio y destrucción del reino de Benin por los británicos en 1897 y seguramente Lovecraft tuvo la oportunidad de verla en su momento expuesta en algún sitio. Leamos en "La llamada del Cthulhu" como es este ser:

Sobre esos supuestos jeroglíficos había una figura de carácter evidentemente representativo, aunque la ejecución impresionista impedía comprender su naturaleza. Parecía una especie de monstruo, o el símbolo de un monstruo, o una forma que sólo una fantasía enfermiza hubiese podido concebir. Si digo que mi imaginación, algo extravagante, se representó a la vez un pulpo, un dragón y la caricatura de un ser humano, no traicionaré el espíritu del dibujo. Sobre un cuerpo escamoso y grotesco, provisto de alas rudimentarias, se alzaba una cabeza pulposa y coronada de tentáculos; pero era el contorno general lo que la hacía más particularmente horrible. Detrás de la figura se embozaba una arquitectura ciclópea. 

El parecido es más que sorprendente, pero para despejar toda casualidad, Lovecraft describe la tiara que supuestamente lleva la persona de la máscara en una de sus novelas. Así leemos en "La sombra sobre Insmouth", donde entre los detalles de la fantasía, percibimos cual es la realidad en la que se ha basado:
No fue mi sensibilidad estética lo que me hizo abrir literalmente la boca ante el sobrenatural esplendor de aquella portentosa fantasía que descansaba sobre un cojín de terciopelo rojo. Incluso ahora sería incapaz de describirlo con precisión, aunque no cabía duda de que era una tiara, como decía la inscripción que había leído. Su parte delantera era muy elevada, y su contorno ancho y curiosamente irregular, como si hubiera sido diseñada para una cabeza caprichosamente elíptica. Parecía de oro, aunque poseía una misteriosa brillantez que hacía pensar en una aleación con otro metal de igual belleza y difícilmente identificable. Su estado de conservación era casi perfecto. Me podría haber pasado horas enteras estudiando los sorprendentes y enigmáticos adornos -unos, simplemente geométricos, otros, sencillos motivos marinos-, cincelados o moldeados con maravillosa habilidad.
Cuanto más la miraba, más fascinado me sentía, y en esta fascinación encontraba algo inquietante e inexplicable. Al principio pensé que era una extraña calidad artística lo que me desasosegaba. Todos los objetos de arte que había visto anteriormente pertenecían a algún estilo o a alguna tradición nacional o racial conocida, o a alguna de esas tendencias modernas que rompen con toda tradición. Pero aquella tiara no estaba en ninguno de los dos casos. Denotaba claramente una técnica muy definida, de gran madurez y perfección, aunque totalmente distinta de cualquier otra, oriental u occidental, antigua o moderna. Jamás había visto algo parecido. Era como si aquella preciosa obra de artesanía perteneciese a otro planeta.
Pero no tardé en darme cuenta de que mi turbación se debía a otra causa, quizá igualmente poderosa, esto es, a sus extraños motivos ornamentales que sugerían desconocidas fórmulas matemáticas y secretos remotos hundidos en inimaginables abismos del tiempo y del espacio. La naturaleza representada en los relieves, invariablemente acuática, resultaba casi siniestra. Había unos monstruos fabulosos, extravagantes y malignos, unos seres mitad peces y mitad batracios que me obsesionaban hasta el extremo de despertar en mí una especie de pseudo-recuerdos. Era como si yo mismo tuviera de ellos una vaga memoria, remota y terrible, que emanase de las células secretas donde duermen nuestras imágenes ancestrales más espantosas. Me daba la impresión de que cada rasgo de aquellos horrendos peces-ranas desbordaba la última quintaesencia de una maldad inhumana y desconocida.

Más adelante en la continuación de los mitos. Una de las autoras modernas, Joana Russ, no dejará pasar por alto esa relación en una novela titulada "Mi bote" escrita en 1976 (poco después de la exposición en el Metropolitan de la mascarilla)
–No, Jim. No es teca. Es cedro del Líbano. Puedes darte cuenta ahora por qué en la escuela yo no puedo tomar en serio ese sinsentido acerca de los parajes y dónde se encuentran y qué sucede en ellos. ¡Petróleo en el Líbano! Cedro es lo que tienen. Y marfil. He permanecido allí mucho, mucho tiempo. He hablado con el sabio Salomón. He estado en la corte de la Reina de Saba, y he hecho un trato eterno con las mujeres de Knossos, el pueblo de la doble hacha, que es a la vez la Luna creciente y menguante. He visitado Akhnaton y Nofretari, y he visto poderosos reyes en Benin y en Dar. Incluso voy a la Atlántida, donde la Pareja Real me enseña muchas cosas. El sacerdote y la sacerdotisa me instruyen de qué manera conseguir que Mi Bote vaya a donde yo desee, aun debajo del mar. ¡Oh, sostenemos innumerables charlas provechosas en la terraza del Pahlahss, al anochecer!
Era real. Todo era real. Ella no tenía quince años, Milt. Se sentó en la proa, frente a los controles de Mí Bote, y había tantos cuadrantes y palancas y botones e interruptores e indicadores sobre ese aparato, como en un B-57. Y ella era por lo menos diez años mayor. Al Cappolino, asimismo, aparecía como una figura que había visto en un libro sobre la historia de sir Francis Drake, y llevaba el pelo largo y una barbita puntiaguda. Vestía igual que Drake, exceptuada la gorguera, y llevaba rubíes en las orejas y anillos en todos los dedos; y él tampoco tenía diecisiete años. Una cicatriz apenas perceptible corría desde la línea del cabello, en su sien izquierda, hasta debajo del ojo en el pómulo. Yo alcanzaba a ver que el cabello de Cissie, bajo su turbante, estaba trenzado en una forma muy elegante. Desde entonces, lo veo. Oh, desde tiempos remotos todo el Mundo ha estado «paseándose en bote». Lo he visto en el Metropolitan Museum, en mascarillas esculpidas en la ciudad de Benin, en África. Antiguo, Milt, con siglos de antigüedad.
Tampoco les ha pasado desapercibida la similitud a los frikis de los mitos de Lovecraft. que llegan a verla hasta en los himnos a Olokún y el mismo lenguaje de los Yoruba.

En fin, que queda claro que la deidad Olokún y el terror novelesco más opuesto a Dios que concebirse pueda se han dado cita de la mano de Lovecraft, que parece haber descrito proféticamente en "La llamada del Cthulhu" el mal que se esconde bajo la apariencia de una inócua tradición religiosa africana y la situación que hemos vivido en Asís:
Pero no se necesitaron muchas preguntas para comprobar que se trataba de algo más antiguo y profundo que un fetichismo africano. Aunque degradados e ignorantes, los prisioneros se mantuvieron fieles, con sorprendente consistencia, a la idea central de su aborrecible culto.
Adoraban, dijeron, a los Grandes Antiguos que eran muy anteriores al hombre y que habían llegado al joven mundo desde el cielo. Esos Antiguos se habían retirado ahora al interior de la tierra y al fondo del mar, pero sus cadáveres se habían comunicado en sueños con el primer hombre, quien inventó un culto que nunca había muerto. Este era ese culto, y los prisioneros dijeron que había existido siempre y que siempre existiría, ocultándose en lejanías desiertas y lugares retirados hasta que el gran sacerdote Cthulhu saliese de su sombría morada en la ciudad submarina de R'lyeh para reinar otra vez sobre la Tierra. Algún día vendría, cuando los astros ocuparan una determinada posición; y el culto secreto estaría allí, esperándolo.
Les invito a ver la máscara-colgante no en sus fotos de frente, sino en los perfiles y junto con la otra que existe en el Museo Británico.  Ambas tienen un notable parecido con la descripción del Apocalipsis 13, desde las diademas de los cuernos (ocultos en las fotos de frente) a los títulos blasfemos en las cabezas y sorprendentemente, ambas tienen una cabeza, la primera de ellas, cortada, "herida de muerte".

¿Qué digo, pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios. (1Co 10,19-20)

Cthulhu, Olokún, Dagón... Los terrores del nuevo milenio que ya hemos iniciado superan a los del año mil. Mucho más cuando le sumamos que en las vísperas de este Asís una extraña aurora roja iluminó el cielo del hemisferio norte asombrando a los científicos y recordando otros hechos profetizados...   

viene del septentrión áureo resplandor, y se reviste Dios de terrible majestad.  (Job 37,22)

Una muchedumbre clama ¡Ven Señor Jesús! mientras los momentos de la historia de una humanidad que se cree elevada por sus propias fuerzas a lo más alto se desmoronan en avalancha de mal.  

Y el próximo viaje del Papa es a la actual República de Benín, justo al lado del antiguo reino (del que tiene parte del territorio junto con Nigeria) y donde hay una significativa presencia Yoruba.

No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella., así comienza "La llamada del Cthulhu" Y como la víctima en el papel de villano de esa inolvidable "V de Vendetta" sólo puedo decir que "yo, al igual que Dios,ni juego al azar, ni creo en la casualidad."

¡Ven Señor Jesús! ¡Ven pronto!

M.D.





3 comentarios:

Miles Dei dijo...

Por cierto, no se me olvida la alusión alienígena que permanece en la obra de Loevecraft y la supuesta apertura del Vaticano a seres inteligentes extraterrestres. Pero eso para más adelante y en profundidad en otra entrega de los terrores del nuevo milenio.

Anónimo dijo...

Adversus Haereses, dijo:

Miles Dei, lo felicito sinceramente por lo que se anima a investigar y publicar para ayudar a los pobres que estamos sólo "en las manos del Buen Pastor", y a veces tenemos temor de estar viendo ilusiones, al no tener a quién preguntar humanamente...

Dios lo bendiga.

Terzio dijo...

Hombre, lo de Lovecraft es un subgénero dentro del género; relativamente comprensible dado el agotamiento y el 'manierismo' de la novela gótica de la generación anterior a H.P.Lovecraft. Desde luego supone una novedad para la literatura de terror, muy sugestiva, como lo demuestra que el mundo de los horrores cósmicos de Cthulhu & cía ha tenido bastante éxito, aumentado por el entusíasmo yanki por toda esa extraña mitología que, al fin y al cabo, es como una apología de los USA y sus antigüedades pre-colombinas (¡ja que me desgonzo!). Todos tenemos derecho a un Hesíodo (y a una Universidad de Miskatonic). ¿O no? Espero, no obstante, que la Colina Vaticana se mantenga al margen de esos universos; con el Viejo Mundo ya tenemos bastante faena como para buscar guerra en otras partes.

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